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viernes, 13 de abril de 2012

Avacyn Restituida: La Historia tras las Cartas. 2ª Parte

Hoy proseguimos con la historia detrás de la edición de Avacyn Restituida.

Nos encontrábamos ante el Helvault, con Thalia y sus hombres a merced de los necrófagos de Liliana, cuando la caminante de planos obligó a la cátara a elegir entre sus compañeros o el monumento sagrado.

Thalia podía sentir el poder del hechizo coercitivo que impactó sobre ella. Como guardiana de Thraben, había hecho el juramento de proteger al Helvault, continuando con el legado del guardián predecesor a ella. Era consciente de que era esa su única misión, el único trabajo del que era responsable. Pero también sabía que los necrófagos no se contentarían solo con sus soldados. Dudó, sintió como el peso de su juramento aplastaría las vidas de sus soldados y de todo ciudadano que la mano de Liliana pudiera alcanzar.

Por su parte, los cátaros luchaban por permanecer en silencio, intentado amortiguar el dolor que los zombies de Liliana les causaban al separar su carne del hueso. Pese al conjuro de Liliana que inmovilizaba sus músculos, un alarido emergió de uno de los soldados, un grito que hizo tomar a Thalia su decisión.

El propósito del Helvault, fuera cual fuera, no era salvar a la humanidad. Los muros de Thraben han caído por el asedio de los muertos. Familias de vampiros deambulan abiertamente por los pueblos, las manadas de licántropos saquean la tierra entre las poblaciones. El Helvault podía ser una reliquia sagrada, pero la promesa de la guardiana de Thraben no valdría nada si la obligaba a llevar dolor y muerte a su gente. Cabizbaja, Thalia apuntó al obelisco argénteo, Liliana asintió, su hechizo se había completado.

Por un instante, todo sonido se extinguió.

La prisión desmoronada

Grietas surgieron en el Helvault, desde su interior rayos de luz horadaron la noche. Entonces una ráfaga de necrófagos dilacerados derribaron a los cátaros y lanzaron hacia atrás a Liliana y Thalia. Una hélice de luz dorada alcanzó el cielo nocturno desde los restos del monumento de plata, iluminando la noche con su resplandor. El monolito de platalunar había sido derrumbado, jirones de éter oscuro salieron disparados en todas direcciones perdiéndose en las sombras de la noche; una horda de entidades demoníacas eran ahora libres. Todos las miradas se posaron en el ser luminoso que se alzaba frente a los humanos.

Allí se mostraba Avacyn, ángel de la esperanza: puro, completo y eterno.

La restauración

En solo unas horas, el regreso de Avacyn había desencadenado una ola de magia sagrada por todo el plano de Innistrad. La presencia de Avacyn revitalizó las bendiciones de los sacerdotes y las salvaguardas de los altares. Las legiones de ángeles regresaron, con su esperanza recuperada estaban dispuestos a abatir a los monstruos que plagaban las provincias. Los archimagos, que habían perdido su magia divina, vieron como su poder se restablecía y de nuevo eran capaces de blandir sus hechizos en el nombre de Avacyn.

Ciertas criaturas que habían permanecido ocultas durante esta era oscura emergen ahora a la superficie, otras completamente nuevas aparecen forjadas por el mismo Avacyn. Pero, como veremos más adelante, la maldad no ha sido erradicada de este plano, ni mucho menos. Pero ahora todos los que se encuentran bajo la protección de Avacyn tienen nuevas armas para hacerles frente.

El ejército cátaro de Thalia se encuentra ahora repuesto, con su fe y fuerza restauradas. Ella no tardó en volver al trabajo, hacer retroceder a las hordas de vampiros y zombies, para reclamar las cuatro provincias de Innistrad para la humanidad.

Esto solo deja pendiente el encuentro entre Liliana y cierto demonio.

                                                          Primera Parte

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